jueves, 27 de diciembre de 2012

Como desarrollar los argumentos en una discusión


Recomendamos, antes de seguir leyendo, leer nuestro artículo “Una discusión nunca debe ser una guerra”.

Nosotros siempre discutimos, de algo: «Deberíamos ampliar la fábrica», o «A fin de cuentas todavía estamos mejor con un coche pequeño», o «Juan es demasiado joven para hacer un viaje de noche sin supervisión».

Tales afirmaciones estarán rodeadas de argumentos, y se darán razones para aceptarlas o rechazarlas. Lo que es todavía más desconcertante es que haya que discutir por las razones. Con objeto de minimizar la confusión necesita comprender cómo se desarrollan los argumentos.

La manifestación que describe el argumento es la pretensión o conclusión. Normalmente expuesta al principio e identificativa del tema del argumento, la pretensión es aquello de lo que trata la discusión.

Parece sencillo, pero es sorprendente la frecuencia con que la gente no sabe de qué está discutiendo. Esto no solamente es cierto en las discusiones matrimoniales que se producen en más de un nivel, sino también en discusiones menos apegadas.

Las manifestaciones de un oponente pueden tentarlo a seguir alguna pista que lo lleve en una dirección completamente errónea. Si pregunta a su oponente por qué está introduciendo algún punto inconexo, tal vez no tenga respuesta. Y, si usted no detecta esa maniobra errónea, la discusión se convierte en algo así como un caballo de carreras que se sale de la pista y galopa por una avenida: el caballo todavía está corriendo, pero no en la carrera. Esto ocurre con tanta frecuencia que quiero presentar la siguiente regla.

Sepa siempre de qué está discutiendo.

Esto podría parecer una regla estúpida, pero lo que es estúpido es que necesitemos esa regla. Sin embargo, la experiencia demuestra que esa regla es esencial.

Resulta muy fácil descubrir de qué trata la discusión: pregunte. Ésta es una buena idea, ya que descubrirá lo que quiere saber y también conseguirá la manifestación de su oponente. Ese paso ofrece una información crucial: ¿cómo está viendo su oponente la discusión?

Cuando se establece de nuevo y cuidadosamente la manifestación de su oponente, usted puede meditar sobre el que creía que era el tema de la discusión. Las diferencias entre lo que usted cree y lo que cree su oponente pueden ser muy importantes.

Una manera muy buena de salir de una discusión que le parece que está perdiendo es preguntar algo como: «¿De qué cree que estamos discutiendo?» Sea cual sea la respuesta recibida, diga: «¡Ah!. Ya veo. Pensé que quería decir otra cosa.»

Otra ventaja de preguntar, es que usted gana tiempo mientras su oponente formula una respuesta: e incluso podría pedir algo de tiempo para pensar. Si se siente confuso, siempre puede pedir que se vuelva a definir el tema.

Aunque en ocasiones su oponente no tendrá problemas para ofrecer una manifestación inmediata, concisa y clara de su pretensión, con más frecuencia también se sentirá confuso y tendrá que repensarlo. Esto le ofrece tiempo para idear un contra-razonamiento.

Mientras que la pretensión es el tema y el centro de la discusión, la mayor parte del tiempo se dedicará a las razones para aceptar o rechazar la pretensión.

Cada pretensión debe estar respaldada por razones. Las razones responden a la pregunta: «¿Por qué aceptar esta pretensión?» Si las razones son buenas, usted no puede atacar eficazmente el argumento.

Ésta es la clave básica para comprender una discusión: si las razones son buenas y la lógica es correcta, usted está obligado a aceptar la pretensión. Ésta es la razón de que usted no ataque nunca las pretensiones directamente.

Si Paul y Caroline están discutiendo sobre el tipo de coche que van a comprarse, no tiene sentido que cada uno de ellos establezca y vuelva a establecer sus pretensiones. Paul necesita rechazar las razones de Caroline para comprar un coche deportivo: por ejemplo, «Aunque su consumo es menor no son nada baratos», podría argumentar él, «porque el mantenimiento resulta caro». Si Paul se limita a contestar «No quiero un coche deportivo», solamente está repitiendo su pretensión y no está avanzando en la discusión.

Las razones son normalmente, aunque no siempre, el centro de una discusión. En ocasiones no hay nada incorrecto en las razones, sino que la lógica no es correcta, de manera que la pretensión sigue sin ser válida. Supongamos que Rebeca ha sugerido que Greene es un cruel asesino. El oponente de Rebeca responde: «No cabe duda de que Greene es el asesino. ¡Colguemos a ese sinvergüenza!»

Rebeca puede contestar: «Bueno estoy de acuerdo en que Greene es el asesino. Pero no estoy de acuerdo con colgarlo. Eso no es lógico». Aunque Rebeca admite la culpabilidad de Greene, señala que su oponente no ha explicado su pretensión. No se deduce sin más de lo que dijo Rebeca que haya que matar a Greene, y es necesario discutir más.

Ataque siempre las razones de una pretensión, no la propia pretensión.

Cuando usted da una razón para respaldar una pretensión debe estar preparado para defenderla. Usted podría decir, por ejemplo: «Debemos comprar un automóvil deportivo porque son más baratos de mantener».

Ésa es una razón que respalda su pretensión: comprar un automóvil deportivo. Pero cuando su oponente dice: «¿Qué te hace pensar que los automóviles deportivos tienen un mantenimiento más barato?», está atacando la razón que le fue expuesta por usted, que se verá obligado a defenderla.

Usted podría responder: «Tienen menor consumo porque tienen motores de cuatro cilindros». Este comentario es acertado y es una justificación para la razón. Aunque esto puede seguir adelante indefinidamente, la mayoría de las discusiones se limitan a sí mismas. En ocasiones se alcanza un punto de conocimiento o acuerdo mutuo, mientras que otras veces se puede llegar a un punto de desacuerdo fundamental.

Separar las razones y las pretensiones, y examinarlas cuidadosamente, le podrá ayudar a conocer cuáles son las diferencias cruciales entre usted y su oponente. El conocimiento de los desacuerdos cruciales es muy valioso: una vez que se conocen, se pueden juzgar las probabilidades de llegar a algún tipo de consenso. ¿Es muy importante la diferencia? ¿Es una diferencia irreconciliable? Éstas son preguntas muy importantes.


Para más información realizar nuestro curso “Como entablar una discusión en forma positiva”.


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